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Hola amigos feliz y bendecido martes, el día de hoy como pueden observar en el título de esta entrada quisimos retomar una de las tradiciones que a nuestro punto de vista es de las más hermosas de nuestra cultura colombiana en torno a las festividades navideñas y esta es la de escribir una carta al niño Jesús, pero esta vez la queremos hacer diferente; ya que no le vamos a pedir como tal algo material sino que deseamos agradecerle a Dios por todas las cosas bellas que ocurrieron en nuestra vida a lo largo de este año 2019, así que acomódese y comencemos.

Querido Niño Jesús sé que hace mucho tiempo no te escribimos una carta, pensábamos que esto era asunto de niños, pero ahora nos damos cuenta que es importante conservar las tradiciones para que estas prevalezcan en el tiempo; además siempre es bueno volver a conectar con nuestra niña interior.

Este año ha sido de muchos aprendizajes, de más bajadas que de subidas pero ello nos permitió ver la vida de una manera diferente, y te agradecemos por eso, porque ahora es más fácil para nosotras entender que todo depende básicamente de la perspectiva en la que se miremos las cosas, aprendimos que somos responsables de las circunstancias, de lo que nos pasa y paso a paso, estamos entendiendo que el papel de víctima no ayuda en nada a nuestro crecimiento personal.

Otra de las razones por las que estamos muy agradecidas es que aprendimos que no somos ni nuestros pensamientos, ni nuestras emociones y aunque a veces lo olvidamos por completo, en los momentos en los que reflexionamos sobre lo ocurrido en el dia a dia lo entendemos, y no sabes que bien se siente quitarnos esa carga de culpabilidad de encima.

En este año pudimos comprender que cada persona es un reflejo de nosotras mismas, que lo bello que vemos en los demás esta en nosotras, que lo que no nos agrada o no nos gusta de los otros es lo que debemos de sanar y que las personas, amigos o familiares son simples mensajeros que la vida nos envía para que trascendamos todos esos sentimientos que tenemos reprimidos muy adentro, ellos son maestros y a esos maestros terrenales solo se les debe gratitud y amor independientemente de lo ocurrido.

Otro aspecto que pudimos ver con mayor claridad es que el amor propio sana tanto o más de lo que nos imaginamos, que para amar a los demás primero tenemos que amarnos a nosotras mismas y que es justo y necesario poner límites en todos los aspectos de nuestra vida; ya que decir NO es tan importante como decir SI.

Ahora estamos aprendiendo amar nuestra humanidad, nuestra vulnerabilidad y nuestros desaciertos porque cada situación tiene un por qué y un para qué, porque tenemos derecho a cometer errores y que el ser espiritual no implica estar siempre feliz y dichoso, sino aceptar todos los desafíos que la vida nos pone para aprender y trascender.   Gracias por este regalo tan grande que nos diste, gracias porque ahora somos más conscientes y aunque sabemos que aún tenemos un camino largo por recorrer, tenemos fe y esperanza y eso nos hace más fuertes, más resilientes.


Con amor,